UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER OCAÑA
FACULTAD DE EDUCACION ARTES Y HUMANIDADES
PLAN DE ESTUDIO COMUNICACIÓN SOCIAL
COMUNICACIÓN Y CULTURA CIUDADANA
CUARTO SEMESTRE.
Profesor: Yesid Ramírez González
DIMENSIONES DE CULTURA CIUDADANA
1. Cultura y cultura ciudadana
2. Ley, moral y cultura.
Armonía y divorcio entre ley, moral y cultura
Cultura ciudadana y construcción de ciudadanía
Cultura ciudadana y desarrollo económico, político y social
Es posible el cambio cultural promovido por el Estado?
Es posible una política publica nacional de cultura ciudadana?
3. Dimensiones e indicadores de la cultura ciudadana
Cultura de la legalidad
Seguridad ciudadana
Acuerdos
Solidaridad.
Tolerancia.
Confianza.
Cultura política.
DE DÓNDE VENIMOS Y DÓNDE ESTAMOS
1. Cultura de la legalidad
2. Seguridad ciudadana
3. Acuerdos.
4. Solidaridad
5. Tolerancia
6. Confianza
7. Cultura política.
VISIÓN Y PRINCIPIOS FUNDAMENTALES METAS
1. Metas
Transito, espacio publico y ambiente
Normas tributarias.
2. Mecanismos institucionales
Elaboración de diagnósticos locales
Estrategia de comunicación
3. Mecanismos legales
Actualización de normas.
BIBLIOGRAFÍA
1. CULTURA Y CULTURA CIUDADANA
Pocos términos tienen tal variedad de significados en la literatura académica, en los medios de comunicación y en el habla común como la palabra “cultura”. Una acepción corriente la vincula con el arte, la literatura y la producción intelectual. Una visión antropológica muy extendida entiende la cultura como una totalidad en la que se integran instituciones, practicas, valores, símbolos y productos humanos. De allí se ha partido para agregar al término toda clase de complementos, tanto en el lenguaje académico como en el lenguaje común, y se habla de una “cultura empresarial”, una “cultura institucional”, una “cultura política”, e incluso una “cultura del dinero fácil”. Aquí, sin embargo, se entenderá el concepto de cultura simplemente como los valores, las creencias, las suposiciones, las actitudes y las percepciones que orientan el comportamiento de las personas.
El comportamiento se entiende como parte integrante de la cultura y, por lo tanto, se asume que esta no es algo subjetivo. Así como hay diversidad cultural en el sentido de que existen diversas culturas, dentro de una misma cultura también se presentan diversidad de valores, creencias, comportamientos, dimensiones comunicativas, etc., en relación con un mismo aspecto de la vida económica, política o social.
La cultura ciudadana se refiere entonces a un conjunto especifico de aspectos de las relaciones sociales, que forman parte de la cultura como un todo. Tales aspectos abarcan aquellos valores, actitudes y comportamientos que tienen que ver con la convivencia y el ejercicio activo de la ciudadanía. El concepto de cultura ciudadana se definió en el Plan de Desarrollo de Bogotá Formar Ciudad 1995- 1997, como el “conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos”. Esta definición se complementa con la idea de que las acciones de cultura ciudadana deben incidir “sobre la manera como los ciudadanos perciben, reconocen y usan los entornos sociales y urbanos y como se relacionan entre ellos en cada entorno”.
Cada individuo forma parte de diversos entornos La estrategia Forjar una cultura para la convivencia, , se refiere a la cultura así entendida.
Desde la familia hasta un partido político, un sindicato o un club deportivo. La percepción y el reconocimiento de tales entornos es lo que se llama sentido de pertenencia. Cada entorno tiene sus reglas, que el individuo debe observar para usarlo adecuadamente, es decir, para apropiárselo, respetando su ordenamiento y su carácter de patrimonio común. La manera en que los ciudadanos se relacionan entre si en cada entorno, es decir, la convivencia, depende del cumplimiento de las normas propias de ese entorno y de la capacidad de los ciudadanos de concertar acuerdos y dirimir conflictos pacíficamente.
Ley, moral y cultura
El principio sobre el cual se basa el concepto de cultura ciudadana es la existencia de tres sistemas reguladores de la conducta: la ley, la moral y la cultura. “Es posible hacer una distinción –señala Antanas Mockus– entre tres tipos diferentes de reglas o normas: las jurídicas (las leyes), las morales (o de la conciencia) y las culturales (las que comparte una comunidad informalmente)”. En esencia, los actos de un individuo pueden estar regulados ya sea por el respeto a la ley o el temor a las consecuencias de infringirla, las convicciones personales sobre lo bueno y lo malo (moral), o la costumbre sancionada socialmente (cultura).
La regulación legal obedece a diferentes tipos de motivaciones, según la naturaleza de cada individuo. “Uno puede obedecer la regulación legal –explica Mockus– porque le parece admirable, porque admira la manera como ha sido creada o como es aplicada, o porque admira sus efectos”. Algo admirable en la ley colombiana es, por ejemplo, la existencia del debido proceso, que exige argumentos y pruebas para condenar a una persona, quien quiera que esta sea. Otra motivación para obedecer la ley es “la comprensión de su conveniencia o necesidad”.
Así pues, cuando una persona se asegura periódicamente de que su vehículo no emita gases contaminantes, como lo obliga la ley, lo hace también porque comprende que esta restricción normativa es para su propio beneficio y el de su comunidad. De la misma manera, un individuo puede obedecer la ley porque considera que es un deber hacerlo, aun cuando no esté de acuerdo con ella. A estas motivaciones se agrega, finalmente, la obediencia de la ley “por temor a la sanción legal, la multa o la cárcel”. Pasar por alto un semáforo en rojo puede quedar en la impunidad ante la inexistencia de un agente de policía o de cámaras de vigilancia. Sin embargo, aun sabiendo esto, mas de 95% de los conductores en Bogotá se abstienen de hacerlo, ya sea porque son conscientes del peligro implícito o porque consideran que es su deber respetar las señales de transito.
La regulación moral, “ligada a la autonomía personal y a la formación del propio criterio”, permite que la obediencia a las normas se derive “del placer que produce obedecerlas o del sentido del deber”; es decir, de la satisfacción que produce ser coherente con los propios principios. Además de la gratificación personal, las personas pueden obedecer las normas morales por temor al sentimiento de culpa que les genera no hacerlo.
La regulación cultural, por su parte, corresponde a las normas del grupo o la sociedad a la que se pertenece. Se refiere por ejemplo, a la forma de vestir o a la manera de dirigirse a los demás. En este caso, la motivación para cumplir con este tipo de normas puede provenir del deseo de aceptación o reconocimiento por parte del grupo, o del temor al rechazo y la censura.
Todo comportamiento puede ser regulado por uno o mas de estos tres sistemas. Matar a alguien, por ejemplo, esta prohibido por la ley y por la moral, a la vez que se considera una conducta socialmente reprochable. Pero algunos comportamientos, para los cuales existen reglas sociales (los malos modales en la mesa, por ejemplo), no tienen normas legales que los regulen. Existen también comportamientos prohibidos legalmente, como robar, que pueden, bajo ciertas circunstancias, recibir aprobación social.
Armonía y divorcio entre ley, moral y cultura
Los individuos y las sociedades se caracterizan por su gran diversidad moral y cultural, y por ese motivo, por la multiplicidad de reglas y normas morales y sociales que los rigen. La existencia de diferentes religiones en una misma sociedad, por ejemplo, implica variaciones entre los preceptos que guían el comportamiento de ciertos grupos sociales frente a otros. Asimismo, comportamientos reprochables entre los adultos, como pintarse el cabello de colores extravagantes, pueden ser perfectamente aceptables entre la juventud. En la ley, sin embargo, no puede restringir este tipo de diversidad. La ley debe ser la misma y aplicarse por igual para todos. Bajo esta suposición puede hablarse de armonía o divorcio entre ley, moral y cultura. Una u otra se dan según exista o no correspondencia entre los tres sistemas reguladores. En palabras de Mucus, “la armonía de ley, moral y cultura podría definirse como la conjunción entre la desaprobación moral o cultural de comportamientos ilegales, y la aprobación moral y cultural de las obligaciones legales.
Por otro lado, hay divorcio cuando comportamientos ilegales son aprobados por la moral o la cultura, o cuando las obligaciones legales son censuradas por la moral o la cultura”. La armonía o el divorcio entre los tres sistemas reguladores se entienden, por tanto, en referencia a la ley. De existir una “cultura de la ilegalidad”, esta se definiría como la aprobación social –y/o moral– de comportamientos ilegales, y constituiría el caso extremo de divorcio entre ley, moral y cultura.
La ley no regula todos los comportamientos, ni podría hacerlo; pero esto no significa que todo aquello que la ley no prohíbe este permitido. Los comportamientos también pueden ser regulados mediante normas morales o culturales. Así, comportamientos muy significativos en términos de ciudadanía, como las conductas solidarias y tolerantes, llevan una considerable carga de aprobación social y moral, en tanto quelas conductas opuestas, o la indiferencia, generan rechazo, desaprobación o culpa.
CULTURA CIUDADANA Y CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA
El concepto de cultura ciudadana tiene estrecha relación con ciertas ideas de la ciencia social contemporánea, relacionadas con el papel de los ciudadanos como sujetos activos. “La ciudadanía en la comunidad cívica”, escribe Robert D. Putnam, “tiene su impronta, en primer termino, en la participación activa en los asuntos públicos”. Esto no supone renunciar a los intereses personales, añade Putnam, siempre y cuando tales intereses se definan dentro del contexto de necesidades publicas mas amplias. Para este autor la ciudadanía tiene como presupuesto adicional la igualdad de derechos y obligaciones para todos. Según él, “la comunidad cívica se mantiene unida por relaciones horizontales de reciprocidad y cooperación, y no por relaciones verticales de autoridad y dependencia”.
Además de ser activos, tener espíritu publico y estar en igualdad de condiciones, los ciudadanos virtuosos de una comunidad cívica son colaboradores, respetuosos y confían unos en otros, aunque difieran en asuntos de importancia. Si bien la comunidad cívica no tiene que estar libre de conflictos –sus ciudadanos mantienen puntos de vista sólidos sobre los asuntos públicos –, son tolerantes frente a sus opositores.
En una línea de pensamiento semejante a la de Putnam, Will Kymlicka y Wayne Norman han llamado la atención sobre el hecho de que el vigor y la estabilidad de la democracia “no dependen solamente de su estructura básica sino también de las cualidades y actitudes de los ciudadanos” . El Estado, anotan, es incapaz de garantizar los derechos y satisfacer las necesidades de los ciudadanos si estos no abandonan la “ciudadanía pasiva” y se convierten en sujetos activos. Esto supone participar en la vida publica y desarrollar “virtudes cívicas” que comprenden virtudes generales como el respeto por la ley y la lealtad; virtudes sociales como la independencia y la apertura mental; virtudes económicas como la ética en el trabajo y la adaptabilidad al cambio económico y tecnológico; y virtudes políticas como la capacidad de reconocer y respetar los derechos de los demás, la capacidad de evaluar el desempeño de quienes ocupan cargos públicos y la disposición a participar en el debate publico.
Dichas virtudes cívicas, necesarias para el ejercicio responsable de la ciudadanía, coinciden y se complementan en gran medida con las virtudes que exige la convivencia, y que forman parte del concepto de cultura ciudadana: respeto por ciertas normas mínimas de convivencia, por el patrimonio común, por el buen uso del espacio público y por la ley; así como tolerancia, participación en los asuntos públicos y corresponsabilidad. Las virtudes cívicas se aprenden en la escuela, según los teóricos de la ciudadanía responsable. La cultura ciudadana abre otra posibilidad: la de aprender las virtudes que permiten la convivencia en el curso de la interacción con los demás.
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Cultura ciudadana y desarrollo económico, político y social
Existe una clara correlación entre la calidad de la convivencia y los rasgos que distinguen la ciudadanía en la comunidad cívica, como la caracteriza Putnam, y el desarrollo económico, político y social de una nación. Por lo general, en un país con elevado ingreso per cápita y altos niveles de vida; con bajos niveles de pobreza y miseria; con buena infraestructura y alto desarrollo industrial; y con un Estado que funciona de manera eficaz y transparente capaz de proveer servicios de educación y salud a toda la población, los ciudadanos son mas respetuosos de las normas de convivencia y de la ley, mas solidarios, confían más en los otros y en las instituciones, se sienten mas orgullosos de su sociedad y mas seguros, que en países donde no se presenten tales condiciones
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Lo anterior supondría que la comunidad cívica o –en nuestros términos – una sociedad con altos niveles de cultura ciudadana es, simplemente, un efecto del desarrollo económico. Sin embargo, es posible demostrar que esta correlación no es forzosa. En Italia existen diferencias importantes entre el norte y el sur. El norte es hoy mas industrializado y cívico que el sur; pero esto no siempre ha sido así. En el ultimo milenio, el sur de Italia ha igualado, e incluso superado, los niveles de desarrollo económico del norte. Por el contrario, el norte ha mantenido sistemáticamente su republicanismo y su civismo y, como consecuencia, ha disfrutado de gobiernos mas democráticos y abiertos. Así pues, la riqueza social no es prerrequisito para que impere la convivencia pacifica y se desarrolle la ciudadanía. Por el contrario, ciertos rasgos de la cultura, entre ellos los que podrían identificarse como cultura ciudadana y ciudadanía en una comunidad cívica, son potentes motores del desarrollo económico, político y social.
La confianza, una moralidad individual que impulse a los individuos a vivir dentro de los limites de la ley y asumiendo sus responsabilidades sociales, una alta valoración del trabajo, una actitud creativa e innovadora, el orden, la puntualidad, el reconocimiento de la supremacía de la ley, el pluralismo y la democracia, son características sociales que impulsan el desarrollo; características culturales contrarias lo retrasan u obstaculizan.
En consecuencia, para que exista desarrollo y riqueza social, es necesario que se presenten condiciones culturales que los favorezcan. Cuando los rasgos culturales de una sociedad presentan obstáculos a la convivencia, a la construcción de ciudadanía, a la democracia, al desarrollo económico y a la generación de riqueza social, la clave está entonces en el cambio. En un incesante proceso de retroalimentación, el cambio cultural impulsa el desarrollo económico que, a su vez, impulsa el desarrollo cultural y la democracia.
¿Es posible el cambio cultural promovido por el Estado?
Sobre los anteriores supuestos, es necesario preguntarse si es posible que el Estado generare cambios en la cultura. Específicamente, si una política publica puede producir cambios en los valores, las creencias, las actitudes y los comportamientos que obstaculizan la convivencia pacifica y la construcción de ciudadanía, y promover aquellos que las facilitan.
Las transformaciones experimentadas por Bogotá desde mediados de la década de 1990 dejaron una enseñanza fundamental: un gobierno puede influir de manera exitosa sobre la cultura, con el fin de modificar ciertos comportamientos ciudadanos. La novedad de la experiencia de Bogotá consiste en la adopción de la cultura como punto de partida y campo de acción de una política publica.
La opinión que tenían los bogotanos sobre su ciudad cambió de manera acelerada y radical. Mientras que en 1995 cerca de 75% de los ciudadanos consideraba a la capital de Colombia como un lugar malo o pésimo para vivir; en 1998, 67% de los ciudadanos tenían la percepción opuesta. Este cambio de opinión refleja, desde luego, las transformaciones experimentadas por la ciudad en aspectos tan fundamentales como la justicia social y la administración publica. Durante las últimas administraciones la ciudad ha tenido notables avances en materia de infraestructura urbana, transporte masivo, espacio publico, coberturas educativas y de salud, logros que en el curso de pocos anos produjeron un enorme salto cuantitativo y cualitativo en el aspecto físico de la ciudad y en la calidad de vida de sus habitantes, particularmente de los mas pobres.
También cambiaron las percepciones, actitudes y creencias de los habitantes de Bogotá en cuanto a si mismos, a los demás, a la administración y la propia ciudad como espacio físico y como espacio social. En última instancia, cambiaron los comportamientos ciudadanos. Estos cambios culturales están asociados, principalmente, con los programas y acciones desarrollados a partir de 1995, dentro del concepto de cultura ciudadana.
Los logros mas reconocidos de Bogotá en materia de cultura ciudadana se encuentra en aquello que ha constituido uno de los principales objetivos de las administraciones recientes: la protección de la vida. En cuanto a los homicidios, de un pico de 80 por cada cien mil habitantes en 1993, Bogotá paso a menos de 30 homicidios por cien mil habitantes en 2002. En esta materia las diferencias entre Bogotá y el resto del país son notables; si bien la tasa nacional de homicidios (sin contar a Bogotá) presentó durante el mismo periodo, una tendencia a la disminución, se mantuvo en niveles superiores a 55 homicidios por cien mil habitantes. En cuanto a las muertes por accidentes de transito, Bogotá paso de 1.387 en 1995 a 697 en 2002, tendencia que se replico para las personas lesionadas por el uso de pólvora en temporadas de fin de ano, que pasaron de 262 en 1993 a 61 en 2002.
Los resultados anteriores indican que en Bogotá se han producido cambios favorables a la convivencia y al desarrollo de una ciudadanía responsable. El interrogante que se plantea es si tales cambios se deben a la ejecución de acciones de cultura ciudadana o simplemente responden a la introducción de normas legales y de cambios institucionales, de modo particular, en la policía. Los datos muestran que la reducción en el numero de muertes por accidentes de transito coincidió, por una parte, con la promulgación de la “Ley Zanahoria”, que obligaba a los establecimientos de diversión a cerrar a la 1 a.m. y, por otra, a la supresión de la policía de transito y la asignación de sus responsabilidades a la Policía Nacional. Si bien estas medidas contribuyeron en parte al aumento en el cumplimiento de las normas de transito y a la reducción en el numero de muertos y lesionados, esta es solo parte de la historia. Se sabe que muchas personas y negocios encontraron la manera de pasar por alto la “Ley Zanahoria” adoptando la fi gura de “clubes privados”, exentos de cumplir dicha ley, o a través del desplazamiento hacia municipios cercanos, donde aquella no regía. Aun así, las cifras de accidentalidad continuaron disminuyendo. Este hecho puede atribuirse a acciones en términos de educación ciudadana, que ponían énfasis en la autorregulación y en la regulación mutua y a nuevas formas de entender la seguridad propia y la de los demás, es decir, a cambios culturales.
¿Es posible una política pública nacional de cultura ciudadana?
Bogotá tiene características físicas, demográficas, económicas, políticas y sociales que la hacen distinta de las demás ciudades del país. Se plantea, entonces, la pregunta de si es posible pensar en una política publica de cultura ciudadana de carácter nacional.
Es evidente que cada región y cada ciudad tienen rasgos y problemas propios en cuanto a ciudadanía y convivencia. Además, el carácter multiétnico y multicultural de Colombia, reconocido por la Constitución de 1991, así como su diversidad geográfica, podrían señalarse como obstáculos para el cambio cultural de alcance nacional.
Estas inquietudes son validas y confirman que no pueden existir soluciones universales a los problemas de convivencia. Sin embargo, esto no significa que no pueda pensarse en una política de cultura ciudadana de carácter nacional.
La diversidad cultural y étnica son presupuestos básicos de la cultura ciudadana, pues generan diversidad de conciencia y diversidad de normas culturales. Pero queda la ley como mecanismo de regulación común, valida para todos en todo el país. De lo que se trata no es de unificar la cultura o la ética individuales en todos sus aspectos, sino solo en aquellos que hacen referencia al cumplimiento voluntario de la ley. Es decir, de crear una cultura de la legalidad moralmente valida para todos. Otro aspecto es el del valor relativo de los rasgos culturales. Nadie podría decir que la “cultura del atajo”, la “cultura del dinero fácil”, la corrupción, etc., constituyan un valor cultural que debe preservarse. Por el contrario, es un rasgo cuya eliminación es parte de la esencia de la cultura ciudadana.
La capacidad de concertar y cumplir acuerdos, fundamental para el desarrollo de una cultura democrática; así como la solidaridad, la tolerancia, el sentido de pertenencia, y la confianza son valores culturales que llegan más allá de la diversidad cultural y étnica, y cuya consolidación y preservación son objetivos fundamentales de cultura ciudadana.
La diversidad cultural supone que una política de cultura ciudadana debe tener muy en cuenta los factores regional y local. La situación mas obvia es la inaplicabilidad universal de ciertas normas legales. Por ejemplo, las normas de transito sobre el respeto del semáforo en rojo, el uso de puentes peatonales y el respeto de las ciclo rutas pierden importancia en los sitios donde no existen estos elementos de infraestructura. Mas importante aun, cada región o municipio puede tener problemas de convivencia propios, que pueden no ser coincidentes con los de otras ciudades, incluso dentro de una misma región. Las soluciones pueden, y en algunos casos deben, ser autóctonas; esto significa que los planes y proyectos para la ejecución de una política de cultura ciudadana deben definirse en el nivel local.
La solución a estos dilemas puede ser semejante a la adoptada en el Plan de Ordenamiento Territorial, por ser este un conjunto de disposiciones de nivel nacional con expresión concreta en el plano municipal. Es posible establecer metas nacionales, comunes para todos, en cuanto a convivencia y construcción de ciudadanía, mediante la identificación de los rasgos culturales cuyo cambio se considera necesario para favorecerlas.
La variación, en atención a la diversidad de la nación, estaría en la identificación que haga cada municipio de sus propios problemas y prioridades, y en el diseño de acciones locales que permitan solucionarlos. Muestra de lo anterior es la diversidad de proyectos de cultura ciudadana que hoy se llevan a cabo en muchas ciudades del país. Entre ellos cabe mencionar los programas de las administraciones de Barranquilla, Cúcuta, Sonsón, Cali, Medellín, Bucaramanga, Ibagué, Tulua, San Andrés, Manizales y Pereira. Los énfasis principales se encuentran en la promoción de la convivencia, la seguridad en el transito y la participación ciudadana, con puntos de vista propios de cada localidad.
Para mencionar solamente algunos ejemplos, en Barranquilla se desarrollaron programas para fomentar una “cultura ciudadana de los recursos, cuidado de los servicios y cultura del pago”, y para “generar estrategias de participación y responsabilidad democrática en los temas de interés para la ciudad en materia de saneamiento ambiental”.
En Cúcuta se propuso la construcción de un “Código del Gran Cucuteño”, y uno de sus programas se basaba en jornadas con mujeres “que orientan a conductores y peatones en el buen uso de las normas de transito y socialización del código”.
En el Plan de Desarrollo 2004-2007 de Sonsón figura una línea estratégica de “desarrollo humano y construcción ciudadana”, que promueve programas de educación cívica, de “capacitación, reglamentación y control de los gremios y sectores de la economía informal que utilizan el espacio publico”, y “mensajes educativos y de información sobre la gestión publica a través de los medios de comunicación”.
DIMENSIONES DE LA CULTURA CIUDADANA
Sobre las anteriores bases conceptuales, a continuación se presenta una visión global de los aspectos de las relaciones sociales a los cuales se aplican, de modo mas especifico, los conceptos de cultura ciudadana y construcción de ciudadanía. El propósito es analizar los conceptos básicos en un proceso de desagregación, para obtener indicadores que puedan medirse. A los conceptos básicos los llamaremos “dimensiones”, que se desglosan en “subdimensiones”, estas, a su vez, se desagregan en “aspectos”, cada uno de los cuales se mide mediante “indicadores”. En esencia, se trata de un procedimiento cuyo fin es operacionalizar los conceptos básicos.
Se consideran siete dimensiones fundamentales:
Cultura de la legalidad, acuerdos, solidaridad, tolerancia, confianza, cultura política, y seguridad ciudadana.
El objetivo al operacionalizar los conceptos es establecer las actitudes, las percepciones y los comportamientos relacionados con cada una de las siete dimensiones, para así medirlas a través de indicadores concretos. Una limitación importante para el diagnostico, que se presenta en la sección “De donde venimos y donde estamos”, es la dificultad de medir los comportamientos.
Al respecto, solo se contemplan indicadores para los cuales existe información disponible o que pueden obtenerse sin incurrir en elevados costos.
Cultura de la legalidad
La “cultura de la legalidad” es la dimensión fundamental de la cultura ciudadana. La definimos como el referente principal en la regulación de las relaciones de convivencia. Existe cultura de la legalidad cuando se presenta armonía entre ley, moral y cultura, es decir, cuando los comportamientos ilegales se desaprueban moral y culturalmente. A la inversa, existe “cultura de la ilegalidad” cuando los comportamientos ilegales reciben aprobación moral y cultural, o cuando el cumplimiento de las obligaciones legales es censurado moral o culturalmente.
La función principal de una política pública de cultura ciudadana consiste, por tanto, en afianzar la cultura de la legalidad. El Estado cuenta con mecanismos para hacer cumplir la ley, como la policía, los organismos de control y el sistema de justicia; pero tales mecanismos no son suficientes para garantizar la supremacía de la ley. Es indispensable hacer del respeto por la ley un valor cultural y moral.
La cultura de la legalidad se divide en dos grandes subdimensiones: la ley en general y las normas de convivencia. De estas ultimas se pueden seleccionar algunos campos básicos, como normas de transito y normas de espacio publico. Incluye también normas tributarias.
Debe insistirse en que solo se trata de una selección y que la gama de las normas de convivencia es mucho mas extensa. Una visión más completa puede obtenerse examinando el Código de Policía de cada ciudad o el Código Nacional de Policía. En ellos se contemplan, por ejemplo, normas relativas a la solidaridad y las relaciones de vecindad; la seguridad; la conservación de la salud publica; la protección de las poblaciones vulnerables; la protección del medio ambiente; la protección del espacio publico; la movilidad, el transito y el transporte; la protección del patrimonio cultural; la libertad de industria y comercio; y la protección de los consumidores, las rifas, los juegos y los espectáculos.
Cada uno de estos campos puede también operacionalizarse, sometiendo sus concepto a desagregación en subdimensiones, aspectos e indicadores. Una mirada a los aspectos y los indicadores principales de la cultura de la legalidad permitirá tener una noción de sus alcances y proyecciones: por ejemplo en lo concerniente a la ley podríamos citar:• Actitud hacia la ley • Motivación legal, moral y/o cultural del comportamiento • Justificación de la desobediencia de la ley Normas de convivencia sectoriales: tránsito, espacio público, medio ambiente, tributación. • Conocimiento de las normas • Actitud frente a la trasgresión de las normas • Cumplimiento de las normas • Percepción del cumplimiento de las normas por parte de los demás.
Seguridad ciudadana
Mockus explica en los siguientes términos la relación entre seguridad y cultura ciudadana: “Partimos de la convicción de que la seguridad no es solamente un problema de la policía, mas aun, no es solamente un problema del Estado. Aprender a resolver conflictos pacíficamente, hacerse responsable por la seguridad personal y por la vida propia y la de los demás evitando incurrir en comportamientos que las pongan en riesgo, y colaborar con otros ciudadanos o con las autoridades para detener actividades criminales o terroristas son todas tareas que corresponden al ciudadano y que tienen un impacto grande en términos de protección a la vida”.
La aplicación de estrategias vinculadas directamente con cultura ciudadana, explica en gran medida, los resultados obtenidos en Bogotá en materia de seguridad. Se destaca en primer término el concepto de epidemiología de la violencia, consistente en identificar y actuar sobre los factores de riesgo. Son factores de riesgo, por ejemplo, la posesión o el porte de armas de fuego y el consumo de alcohol. A este respecto, fueron acciones de cultura ciudadana las campañas contra el porte de armas y la aplicación de las llamadas “Ley Zanahoria” (diciembre de 1995) y “Hora Optimista” (agosto de 2002).
Un estudio del Centro de Estudios de Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes (CEDE), atribuye a las campañas de desarme y a la “Ley Zanahoria” el 22% de la disminución de los homicidios en Bogotá entre 1995 y 1999. El mismo concepto de epidemiologia se aplicó a las campañas para prevenir la accidentalidad en el transito. Cabe señalar que uno de los indicadores mas difíciles de mejorar –la percepción de seguridad en la ciudad– paso de 3,6% en 2001 a 12% en 2003.
La seguridad ciudadana, como componente de cultura ciudadana, comprende los siguientes aspectos:
• Epidemiologia de la violencia (prevención y evitación de factores de riesgo y adopción de comportamientos seguros).
• Hechos violentos (violencia interpersonal y violencia intrafamiliar).
• Cooperación con las autoridades en la prevención y denuncia de delitos
• Percepción de seguridad.
Acuerdos
La capacidad de concertar y cumplir acuerdos es otra de las dimensiones principales de la cultura ciudadana y la formación de ciudadanía. En un sistema democrático, la ley y las normas de convivencia son acuerdos colectivos que los ciudadanos conciertan mediante sus representantes, los legisladores. Convivir con otros supone acordar ciertos deberes y derechos con aquellos con quienes se convive y actuar de conformidad con tales acuerdos. De hecho, uno de los fundamentos de la democracia es la capacidad de los ciudadanos de ponerse de acuerdo en aspectos como el sistema político y de respetar dichos acuerdos, independientemente de los resultados. Por ejemplo, la elección de los gobernantes mediante el voto popular es un acuerdo que debe respetarse, aun si el candidato propio resulta perdedor.
Concertación de acuerdos
• Disposición a concertar acuerdos.
• Concertación efectiva.
• Actitud frente al incumplimiento de acuerdos y capacidad para reparar los acuerdos
incumplidos.
• Percepción sobre la capacidad de los demás de concertar, cumplir y reparar acuerdos.
Solidaridad
Se entiende por solidaridad todas aquellas actitudes y acciones de ayuda mutua e interés por el bien ajeno y por el bien común, entre dos o mas personas, o entre grupos o comunidades. Por lo general, las expresiones de la solidaridad en cualquier sociedad son muy variadas: desde escuchar los problemas de alguna persona, una familia o un grupo, hasta colaborar material o moralmente con su solución. La solidaridad también consiste en prestar ayuda en situaciones de emergencia o calamidad, o en acompañar en una pena o duelo.
Cooperación para el logro de fines comunes
• Comportamientos cooperativos para el logro de un bien publico.
Ayuda en situaciones de emergencia y vulnerabilidad
• Disposición de ayudar en situaciones de emergencia y a personas en condiciones de
Vulnerabilidad.
• Comportamientos de ayuda en situaciones de emergencia y vulnerabilidad.
• Percepción de la solidaridad por parte de los demás.
Tolerancia
La tolerancia es la capacidad de respetar las ideas, las costumbres y las creencias de los otros, siempre y cuando estén en armonía con la ley, aun si son distintas o contrarias a las propias. Actitudes y comportamientos frente a las diferencias raciales, culturales, religiosas y políticas
• Conocimiento de los derechos fundamentales.
• Disposición a aceptar la diversidad social, moral y cultural.
• Respeto por la familia, los amigos, los vecinos y ciudadanos desconocidos.
• Percepción de la tolerancia ciudadana.
Confianza
Por confianza se entiende la expectativa de que el otro actué de conformidad con reglas o costumbres comunes. La confianza posibilita la capacidad de actuar a partir de hipótesis no pesimistas sobre los demás y de suponer en las otras personas altruismo y disposición a cumplir voluntariamente las normas. Conduce a la derrota de las estrategias asociadas al pesimismo y, algunas veces, al temor sobre el comportamiento del otro.
Confianza interpersonal en el ámbito público
• Percepción sobre el comportamiento de los ciudadanos en relación con las reglas de cada contexto.
Confianza en las autoridades y en las instituciones públicas
• Conocimiento de las instituciones publicas.
• Percepción sobre la eficacia de las instituciones y el manejo de los recursos públicos.
Cultura política
La cultura política parte del supuesto de que los ciudadanos son sujetos de deberes, pero también de derechos, a la vez que supone que debe existir un equilibrio entre estos y aquellos. Los individuos tienen el deber de acatar la ley, asi como las normas de convivencia y las reglas de juego en materia política; sin embargo, tienen también el derecho de modificar las leyes y las normas cuando las consideren injustas. Incluso, tienen derecho a participar en la construcción de la ley y de las normas. La aceptación de reglas, independientemente de los resultados, supone por ejemplo que, cuando se elige democráticamente a un gobernante, se le acepta como tal, aunque no haya sido el candidato preferido del individuo. Sin embargo, los individuos también tienen derecho a participar, organizarse, influir, vigilar y seguir las acciones del gobierno, e incluso, de revocar el mandato de un gobernante democráticamente elegido.
Así pues, la cultura democrática encierra una nueva relación entre el poder político y el poder ciudadano ya que, a través de ella, el individuo se convierte en sujeto activo de la democracia. La cultura democrática supone participación ciudadana, organización social, concertación, establecimiento de acuerdos y respeto por estos. Implica, además, una nueva actitud del Estado y sus funcionarios respecto al papel de la ciudadanía, aceptando su diversidad y pluralidad.
Tomemos como subdimensiones y aspectos principales de la cultura política los siguientes:
Sistema político
• Conocimiento del sistema político.
• Actitudes hacia el sistema político.
• Percepción (confianza en militares y guerrilla como alternativa al Estado de derecho).
Organización social
• Pertenencia a organizaciones.
• Actitud hacia la organización.
• Confianza en organizaciones.
Participación
• Existencia de instancias reglamentadas.
• Conocimiento de instancias y de mecanismos.
• Uso de instancias y mecanismos de participación.
• Actitud hacia la participación.
• Confianza en los partidos políticos.
• Percepción sobre la participación.
METAS
A continuación se presentan las metas especificas que se deben cumplir para poder alcanzar la visión propuesta para el tema de cultura ciudadana, así como las acciones que podrían emprenderse para tal fin. Cada meta se desglosa en una serie de indicadores –de los cuales aquí solo se incluye una selección– que permiten conocer con cifras concretas su situación actual y los cambios que se esperan en el tiempo. La situación actual (línea de base) se establece mediante un diagnostico inicial que deben llevar a cabo las administraciones locales, a partir de un análisis de los principales problemas y prioridades de sus comunidades.
Dicho diagnostico se elabora mediante la aplicación de un conjunto de instrumentos de medición, principalmente:
1) encuestas, que permiten conocer las actitudes, creencias y percepciones de la ciudadanía;
2) registros secundarios de las instituciones, por ejemplo, los que llevan la Policía Nacional, el Instituto de Medicina Legal y otras entidades públicas y privadas, y que proporcionan cifras sobre comportamientos ciudadanos;
3) observaciones y conteos de campo, que permiten medir los comportamientos ciudadanos en el terreno, por ejemplo, en el transito vehicular y peatonal.
Los cambios en el tiempo solo podrán conocerse mediante la aplicación periódica de los instrumentos mencionados. Una periodicidad bianual parece adecuada para la mayoría de las situaciones. Este diagnostico periódico permitirá conocer los avances o retrocesos de la ciudadanía respecto a cada indicador, así como el impacto de las acciones de gobierno. Sobre esta base se podrán evaluar y, de ser necesario, reorientar los programas y proyectos que se lleven a cabo.
META 1: AUMENTAR LA ACTITUD POSITIVA DE LA CIUDADANÍA RESPECTO A LA LEY Y LAS NORMAS DE CONVIVENCIA Y MEJORAR SU CUMPLIMIENTO
• Construcción colectiva de normas que regulen la convivencia en los municipios. Estas deben permitir armonizar la ley, la moral y la cultura, y ajustarse a las necesidades de cada territorio. La discusión colectiva da legitimidad a las normas y contribuye al desarrollo de actitudes positivas frente a la ley.
• Acciones pedagógicas para promover el conocimiento de normas en los distintos sectores. Campanas, con énfasis sectoriales, para difundir las normas y capacitar a la ciudadanía en su cumplimiento: transito, tributación, urbanismo, espacio publico, ambiente, servicios públicos, derechos humanos. El supuesto de dichas acciones es que parte de los niveles de incumplimiento de las normas se debe a su desconocimiento. Ejemplo, para la norma de obtener licencia para las construcciones, en un sondeo financiado por el Fondo de Prevención Vial se estableció que solo 50% de los conductores conoce el significado de las dos líneas amarillas continuas pintadas en la carretera.
• Acciones pedagógicas para aumentar el acatamiento de las normas. Aparte de su desconocimiento, existe la tendencia a justificar las transgresiones por razones morales o culturales y por la incomprensión frente a la necesidad de cumplirlas. En este sentido, se deben adelantar campanas para disminuir las posibilidades de justificación de las transgresiones, resaltando las posibles consecuencias de su incumplimiento. Por eso, además de obrar sobre las justificaciones tradicionales, estas campanas deben propiciar la comprensión de la pertinencia de las normas. En el transito, por ejemplo, algunas personas, aun conociendo la norma sobre el uso de los pasos peatonales cruzan la calle por un lugar diferente a la cebra cuando los automóviles están detenidos, pues no ven ningún riesgo en dicho comportamiento.
• Acciones especificas para normas sectoriales.
Tránsito
Promover la adopción de comportamientos seguros mediante la divulgación de los beneficios del uso adecuado de la infraestructura física (puentes peatonales, cebras, etc.), de respetar la señalización y de acatar normas como el uso del casco y el cinturón de seguridad.
Espacio público y ambiente
Actualización de marcos jurídicos. Expedición de normas ambientales (contaminación atmosférica y control de la publicidad exterior visual y sonora) y reglas de uso y aprovechamiento económico de los espacios públicos. Acciones pedagógicas sobre apropiación de lo publico, con el fi n de promover el reconocimiento del espacio publico, el amoblamiento urbano y el medio ambiente como bienes que forman parte del patrimonio colectivo y cuya preservación y mantenimiento no son solo responsabilidad del Estado, sino que exigen la participación de cada individuo. Así mismo, estas acciones tienen como fin transformar las relaciones de las personas con su entorno, promoviendo diferentes formas de apropiación que estimulen la confianza y la sensación de seguridad en el espacio público. Algunos estudios plantean que el uso intensivo de los espacios públicos contribuye más a la seguridad y la convivencia que la presencia de policía.
Normas tributarias
Acciones pedagógicas para promover el pago de impuestos. Estas acciones estimulan el reconocimiento de la corresponsabilidad entre el Estado y los ciudadanos en cuanto a la disposición y uso de los recursos públicos y aumentan la conciencia de los beneficios colectivos del pago de impuestos. Estas acciones deben estar enfocadas hacia la divulgación de las obligaciones tributarias y la actualización de los sistemas de cobro, con el fi n de que se les facilite el pago a los contribuyentes.
Meta 2: Aumentar los niveles de seguridad ciudadana estimulando la resolución pacífica de conflictos, la conciencia de los factores de riesgo y la cooperación con las autoridades
• Acciones que desestimulen el uso de la violencia física, para lo cual se debe promover el conocimiento de los mecanismos de resolución alternativa de conflictos.
• Acciones educativas para la prevención de la violencia intrafamiliar. Estas se deben concentrar
en promover cambios de actitud respecto a las justificaciones culturales del uso de la violencia física contra los menores y la pareja. Es igualmente importante estimular la denuncia, brindando algún tipo de seguridad al denunciante.
• Acciones para el control de los factores de riesgo. Con estas acciones busca evidenciar los riesgos y las posibles consecuencias de los actos que afectan la seguridad. Se deben realizar acciones para estimular los hábitos de vida saludables e identificar comportamientos inseguros, como conducir embriagado.
• Acciones para aumentar la colaboración con las autoridades. Al igual que en los otros campos temáticos, se debe promover la conciencia de la corresponsabilidad en materia de seguridad entre los ciudadanos y el Estado. Se requiere sensibilizar a la ciudadanía sobre la necesidad de aumentar la denuncia y dar aviso oportuno sobre situaciones sospechosas que puedan afectar la seguridad.
Como complemento de lo anterior, el Estado debe brindar suficientes garantías para las personas que denuncian pues, como se observa en el diagnostico, existe una percepción negativa sobre los efectos de denunciar, en términos de la propia seguridad.
META 3: MEJORAR LAS ACTITUDES Y LOS COMPORTAMIENTOS DE LA CIUDADANÍA RESPECTO A LA CONCERTACIÓN Y AL CUMPLIMIENTO DE ACUERDOS
• Promover la construcción de acuerdos para la resolución de problemas colectivos. Acompañar a las comunidades en la identificación de problemas que afectan la convivencia y proponer mecanismos de concertación y solución colectiva de los mismos. Las administraciones locales pueden crear espacios pedagógicos para propiciar la celebración de acuerdos que permitan superar los problemas o conflictos y realizar acompañamiento y seguimiento al cumplimiento de tales acuerdos.
• Facilitar mecanismos para la solución de problemas interpersonales y comunitarios. Se pueden crear y fortalecer fi guras similares a las unidades de mediación y conciliación y los jueces de paz, con el fin de brindar instrumentos eficaces para el tratamiento y resolución pacifica de los conflictos.
• Promover acuerdos para el logro de bienes colectivos. Fomentar la corresponsabilidad a través de la realización de acuerdos con diferentes organizaciones comunitarias, empresas y grupos. Dos campos específicos pueden ser el espacio publico y el medio ambiente. Para el primer caso, se cuenta con las experiencias de celebración de acuerdos para la sostenibilidad y gestión concertada de espacios públicos como los parques barriales.
En el caso del ambiente se debe promover la celebración de acuerdos con industriales para el cumplimiento de normas ambientales.
META 4: MEJORAR LOS NIVELES DE TOLERANCIA Y SOLIDARIDAD
• Acciones pedagógicas para mejorar el conocimiento, la comprensión y la valoración de los derechos humanos. Promover la interiorización de la importancia que tiene para la convivencia la comprensión plena y el respeto de los derechos humanos. Al respecto, los datos disponibles muestran que no solo existe un débil conocimiento de los derechos, sino una baja comprensión de los deberes que ellos suponen en términos del respeto por los derechos de los demás y por las diferencias.
• Acciones que promuevan la solidaridad, particularmente con grupos vulnerables. Un ejemplo exitoso en Bogotá, que abrió mecanismos de sensibilización frente a este valor, fue el pago voluntario de un 10% adicional de los impuestos distritales. A través de este mecanismo, los contribuyentes podían escoger a que proyecto de inversión social preferían que se destinaran los recursos del pago adicional. Este tipo de campañas no se puede convertir en un mecanismo alternativo para aumentar los recursos de inversión pública, sino que su objetivo final es promover la conciencia sobre la responsabilidad de todos en las condiciones de vida generales.
META 5: AUMENTAR LOS NIVELES DE CONFIANZA INTERPERSONAL Y EN LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS
De manera coordinada con las estrategias relacionadas con la reforma del Estado, se deben realizar acciones de cultura ciudadana que contribuyan a un adecuado reconocimiento de las instituciones publicas y sus funciones. Asimismo, se deben implementar estrategias que promuevan la legitimidad de las actuaciones estatales.
Uno de los mecanismos para ello es el de la rendición de cuentas. En estos espacios se informa regularmente a la ciudadanía sobre los programas de la administración y los impactos obtenidos. Este mecanismo visibiliza los impactos del voto e implementa medios para que la sociedad civil exija a sus representantes el cumplimiento de sus compromisos.
Respecto a los mecanismos de rendición de cuentas y la importancia de la información para dichos propósitos. Una estrategia concreta que apunte hacia una sociedad informada.ación
actual (1)
META 6: AUMENTAR LOS NIVELES DE ORGANIZACIÓN SOCIAL Y PARTICIPACIÓN DE LA CIUDADANÍA
Es necesario para cumplir este propósito promover la pertenencia a organizaciones sociales, es decir, acompañar la conformación de organizaciones locales y evidenciar la utilidad de pertenecer a organizaciones que representen los intereses de los ciudadanos, sean estos públicos o privados.dicador
Situación
MECANISMOS INSTITUCIONALES
Sistemas de información
Uno de los requerimientos básicos para orientar y priorizar las acciones de cultura ciudadana es disponer de información actualizada sobre los comportamientos, las actitudes y los valores que afectan la convivencia en cada territorio. Para obtener dicha información es necesario reunir todos los datos disponibles y realizar encuestas que permitan conocer el estado de la situación actual, las transformaciones y diferencias en torno a los factores culturales que determinan las relaciones de convivencia en una comunidad, su impacto y los factores que los explican. En consecuencia, es importante crear y/o fortalecer herramientas de investigación e información y unificar conceptos y metodologías para su desarrollo.
En Colombia se encuentran disponibles investigaciones adelantadas tanto por universidades como por entidades publicas y privadas, así como sistemas de información que ofrecen datos pertinentes para un diagnostico de cultura ciudadana. Sin embargo, aun existe un alto grado de dispersión y de falta de correspondencia de los datos de distintas entidades. Otra deficiencia es la ausencia de mecanismos para la sistematización de información en varios sectores. Por ultimo, los estudios suelen concentrarse en las principales ciudades del país y, en consecuencia, existen pocos diagnósticos locales para las ciudades menores.
Los sistemas de información pueden construirse y desarrollarse mediante las siguientes actividades:
Elaboración de diagnósticos locales
La necesidad de elaborar diagnósticos locales se basa en el hecho de que los problemas de convivencia de un municipio pueden ser sustancialmente distintos a los de otro, teniendo en cuenta las diferencias geográficas y demográficas, las diferencias en cuanto a infraestructura y otras condiciones materiales, y las diferencias en cuanto a tradiciones y costumbres propias. Un ejemplo sencillo de tales disparidades puede ser que, mientras en un municipio el principal problema de convivencia pueden ser las lesiones personales causadas por riñas, en otro el problema puede ser el mismo, pero puede estar causado por accidentes de transito.
En consecuencia, los diagnósticos municipales se convierten en una de las principales herramientas para definir prioridades y planificar acciones de cultura ciudadana. En seguida se presentan los pasos metodológicos básicos para elaborar de un diagnostico de cultura ciudadana.
Definición de las dimensiones, subdimensiones y aspectos que se van a diagnosticar localmente. Una vez definidos, se diseña un conjunto de indicadores cuantificables para cada aspecto. Entre los criterios generales para dicha definición pueden tenerse en cuenta los siguientes: comportamientos que atentan contra la vida o la ponen en riesgo, comportamientos que afectan la convivencia y comportamientos que atentan contra el espacio publico. Cada uno de estos comportamientos suele estar acompañado de actitudes, percepciones y justificaciones culturales identificables:
Subdimensión Aspecto Indicador (ejemplos) Instrumento
Cultura de la legalidad. Actitud hacia la ley, Porcentaje de personas que manifi esta admiración, gusto y/o acuerdo frente a la ley. Encuesta Porcentaje de personas que considera que la ley es: un acuerdo colectivo, una imposición arbitraria, garantía para los derechos, etc.,
Encuesta Motivación legal, moral y/o cultural del comportamiento, Porcentaje de personas que considera que su comportamiento esta influenciado por: el respeto hacia la ley, la paz con la propia conciencia, el reconocimiento social, el temor a la multa o la cárcel, la culpa o la censura social.
Encuesta Justificación de la desobediencia de la ley Porcentaje de personas que considera que se justifica desobedecer la ley cuando: es lo acostumbrado, se hace por luchar contra un régimen injusto, es muy provechoso económicamente, se hace por necesidad, es la única alternativa para alcanzar sus objetivos, otros.
Encuesta Normas de transito Conocimiento de las normas de transito vehiculares y peatonales. Porcentaje de personas que conoce las normas de transito vehiculares (respeto por los semáforos, uso del cinturón de seguridad, limite de velocidad, no conducir en estado de embriaguez, otras).
Encuesta Porcentaje de personas que conoce las normas de transito peatonales (uso de cruces peatonales, uso de paraderos para transporte publico, uso de semáforos peatonales, otras).
Encuesta Actitud frente a la trasgresión de las normas de transito, Porcentaje de personas que no justifica la transgresión de las normas de transito.
Encuesta Cumplimiento de las normas de transito. Porcentaje de personas que respeta las normas de transito (semáforos vehiculares). Conteos y encuesta Porcentaje de personas que respeta las normas peatonales (cruces peatonales).
Encuesta Percepción de que los demás cumplen las normas de transito, Porcentaje de personas que considera que la mayoría, la mitad o pocos ciudadanos respetan las normas de transito.
Encuesta Normas de espacio publico, Conocimiento de las normas de espacio publico, Porcentaje de personas que conoce las normas de espacio publico (ejemplo: basuras, publicidad exterior visual y mobiliario urbano).
Encuesta Actitud frente a la trasgresión de las normas de espacio público Porcentaje de personas que no justifica la trasgresión de las normas de espacio público.
Encuesta Cumplimiento de las normas de espacio publico. Numero de denuncias y sanciones por incumplimiento de las normas de espacio publico. Registros secundarios de entidades encargadas de hacer cumplir las normas. Percepción de que los demás cumplen las normas de espacio publico. Porcentaje de personas que considera que la mayoría, la mitad o pocos ciudadanos respetan las normas de espacio publico.
Acuerdos .Concertación de acuerdos. Disposición a concertar acuerdos. Porcentaje de personas dispuesto a solucionar los problemas por medio de acuerdos. Encuesta Concertación de acuerdos. Porcentaje de personas que realizo un acuerdo importante para solucionar un problema, en los últimos doce meses. Encuesta Cumplimiento de acuerdos Actitud frente al incumplimiento de acuerdos y capacidad para reparar los acuerdos incumplidos Porcentaje de personas que frente al propio incumplimiento de acuerdos: elude a la otra persona, siente culpa, siente temor a las sanciones de la ley, llega a un nuevo acuerdo, etc. Encuesta Porcentaje de personas que cuando los demás incumplen un acuerdo: no hace nada, pide explicaciones, recurre a la ley, etc. Encuesta Percepción sobre la capacidad de los demás de concertar, cumplir y reparar acuerdos. Porcentaje de personas que cree que los demás están dispuestos a celebrar/cumplir/ reparar acuerdos.
Encuesta Solidaridad Cooperación para el logro de fines comunes: Comportamientos cooperativos para el logro de un bien publico, Disminución porcentual del consumo de agua/ energía, o uso indebido de los recursos naturales. Registros secundarios de empresas de servicios públicos o entidades ambientales. Cooperación con las autoridades Número de denuncias de situaciones o comportamientos que atenten contra la seguridad ciudadana. Registros secundarios de autoridades de policía. Ayuda en situaciones de emergencia y vulnerabilidad. Disposición a ayudar en situaciones de emergencia y a personas en condiciones de vulnerabilidad. Porcentaje de personas que cree que es un deber ciudadano ayudar a los demás en situaciones de emergencia (accidentes, terremotos, inundaciones, etc.).
Encuesta Porcentaje de personas que cree que es un deber ciudadano ayudar a las personas socialmente vulnerables (ancianos, niños, discapacitados).
Encuesta Ayuda en situaciones de emergencia y vulnerabilidad. Porcentaje de personas que dona sangre. Registros secundarios de autoridades sanitarias. Porcentaje de ciudadanos que ha presenciado actos de solidaridad en la calle.
Encuesta Percepción de la solidaridad de los demás. Porcentaje de personas que considera que la mayoría, la mitad o pocos ciudadanos ayudan en situaciones de emergencia.
bdimensiónAspecto Indicador (ejemplos) Instrumento
Encuesta sobre Tolerancia Actitudes y comportamientos frente a las diferencias raciales, culturales, religiosas y políticas. Conocimiento de los derechos fundamentales Porcentaje de personas que conoce los derechos fundamentales (la vida, la igualdad ante la ley, el libre desarrollo de la personalidad, libertad de conciencia, de cultos, de expresión, de asociación).
Encuesta Disposición a aceptar la diversidad social, moral y cultural Porcentaje de personas que acepta como vecinos a personas con ideas políticas, creencias religiosas, raza, inclinaciones sexuales, etc., distintas a las propias.
Encuesta Respeto por la familia, los amigos, los vecinos y los ciudadanos desconocidos. Porcentaje de personas que corrigió cordialmente o agredió verbal o físicamente a otros ciudadanos por desacato de las normas.
Encuesta Porcentaje de personas que agredió en los últimos tres meses verbal o físicamente a familiares, amigos, autoridades, otros.
Encuesta Porcentaje de personas que dice haber sido agredido verbal o físicamente por familiares, amigos, autoridades, otros.
Encuesta Percepción de la tolerancia ciudadana. Porcentaje de personas que cree que la mayoría, la mitad o pocos ciudadanos son tolerantes.
Encuesta Porcentaje de personas que considera que han sido discriminados. Encuesta Identidad y sentido de pertenencia Respeto y valoración del patrimonio común. Valoración de la pertenencia a un grupo, una comunidad, una ciudad o una región. Porcentaje de personas que se siente orgulloso de pertenecer a un grupo, una comunidad, una ciudad o una región.
Encuesta Respeto por el patrimonio común. Numero de denuncias o de sanciones por infracción de normas sobre patrimonio inmueble. Registros de entidades encargadas de la protección inmueble. Confianza interpersonal en el ámbito publico. Percepción sobre el comportamiento de los ciudadanos en relación con las reglas de cada contexto. Porcentaje de personas que cree que los demás actúan de acuerdo con las reglas de cada contexto.
Encuesta Confianza: Confianza en las autoridades y las instituciones publicas. Conocimiento de las instituciones publicas Porcentaje de personas que conoce las instituciones públicas de su territorio.
Encuesta Percepción sobre la eficacia de las instituciones y el manejo de los recursos públicos Porcentaje de personas que cree que es mejor tener un arma para protegerse o defenderse. Encuesta Porcentaje de personas que confía en el buen uso de los recursos públicos.
Encuesta de Cultura Política: Conocimiento del sistema político. Porcentaje personas que sabe que es la Constitución Política. Encuesta Actitudes hacia el sistema político. Porcentaje de personas que no esta interesada en política. Encuesta Percepción sobre el sistema político. Porcentaje de personas que califica el sistema político colombiano como bueno.
Encuesta Participación Conocimiento de instancias y de mecanismos de participación Porcentaje de personas que conoce las veedurías ciudadanas como instancia de participación.
Encuesta Uso de instancias y mecanismos de participación. Porcentaje de personas que se ha inscrito para votar. Registró Actitud hacia la participación Porcentaje de personas que considera que es bueno participar para ayudarse entre todos.
Encuesta Percepción sobre la participación Porcentaje de personas que participo en algún espacio diseñado para tal efecto y manifestó que valió la pena hacerlo
Encuesta Organización social. Pertenencia a organizaciones. Porcentaje de personas que pertenece a organizaciones que apoyan sus intereses. Encuesta Actitud hacia la organización. Porcentaje de personas que no participa en organizaciones porque no le interesa. Encuesta Percepción sobre la organización social. Porcentaje de personas que es miembro activo de una organización social y que considera que vale la pena dedicar tiempo a la organización.
Encuesta Seguridad ciudadana Violencia social Hechos Violentos: Casos de homicidio por cada cien mil habitantes. Registro Hechos Violentos: Lesiones Interpersonales. Numero de lesiones por violencia interpersonal por cada cien mil habitantes. Registro Hechos Violentos: Accidentes de transito Numero de personas lesionadas en accidentes de transito por cada cien mil habitantes. Registro Comportamientos seguros: colaboración con las autoridades, denuncia, prevención. Porcentaje de personas que cree que es mejor tener un arma para protegerse o defenderse. Encuesta
Actitud frente a la resolución de conflictos. Porcentaje de personas que considera preferible buscar una negociación que emplear la violencia. Encuesta Percepción de seguridad Porcentaje de personas que considera que su ciudad es insegura.
Encuesta Violencia intrafamiliar Hechos violentos: Violencia contra el menor, la pareja y otros familiares. Numero de lesiones por violencia intrafamiliar por cada cien mil habitantes. Registro Actitudes frente al uso de la violencia en el hogar. Porcentaje de personas que considera que el castigo físico a veces es necesario para educar a los hijos.
Recolección de la información. Supone las siguientes tareas básicas:
a) Recopilación de fuentes de información disponibles en las entidades locales de orden nacional, tanto publicas como privadas. Por ejemplo: series estadísticas de homicidios y delitos comunes, accidentalidad en transito, estado y uso de la infraestructura y el mobiliario urbanos –parques, plazas, espacios peatonales, aceras, calzadas, paraderos–, oferta y demanda de bienes culturales.
b) Diseño de instrumentos para el levantamiento de información primaria: encuesta de hogares sobre conocimientos, actitudes y percepciones sobre los temas críticos de convivencia; observaciones de campo y conteos sobre acatamiento de normas de convivencia y comportamientos en el espacio publico; aplicación de los instrumentos de medición.
El diagnostico puede estar complementado por investigaciones realizadas por especialistas, búsquedas bibliográficas y por la utilización de sistemas de información ya existentes o el diseño y montaje de sistemas propios.
Coordinación interinstitucional para la planificación, ejecución y seguimiento de los programas de cultura ciudadana
Teniendo en cuenta que las acciones de cultura ciudadana tienen una clara orientación sectorial (transito, espacio publico, tributación, patrimonio, participación, etc.), es necesario implementar un mecanismo de coordinación interinstitucional. Se debe crear un comité integrado por las entidades que tienen bajo su responsabilidad los diversos sectores en el ámbito nacional. Así mismo, a escala departamental y municipal se creara una estructura de coordinación entre las entidades pertinentes.
Las entidades que participen en la coordinación interinstitucional tendrán como tareas formular los programas, elaborar los diagnósticos, definir las metas, priorizar las acciones por ejecutar y hacer seguimiento a las acciones desarrolladas en el programa de cultura ciudadana.
La coordinación intersectorial es importante, además, por cuanto las acciones de cultura ciudadana pueden tener incidencia sobre campos diversos. Por ejemplo, si bien el sector de transito atiende de manera específica el aspecto de la movilidad, sus acciones tienen incidencia directa sobre seguridad (disminución de la accidentalidad), el uso del espacio publico, e incluso, la participación ciudadana (definición de normas, acciones y políticas).
Estrategia de comunicación Otro mecanismo institucional es el diseño de una estrategia de comunicación unificada que permita establecer un vinculo directo entre las autoridades y la ciudadanía para planificar, ejecutar, evaluar y hacer seguimiento a las acciones de cultura ciudadana. Estas acciones promueven la participación de la ciudadanía y, a su vez, propician la corresponsabilidad, tanto de las autoridades como de la ciudadanía en dichas acciones. Es esencial que la estrategia de comunicación busque aumentar la confianza de la ciudadanía en las autoridades y promover la cooperación.
MECANISMOS LEGALES
Actualización de normas de convivencia
Una acción de gran importancia para los programas de cultura ciudadana es la actualización de las principales normas que regulan la convivencia en los municipios. La mas importante en este sentido es el Código Nacional de Policía, que lleva en vigencia cerca de 35 años (fue promulgado mediante el Decreto 1355 de 1970). Es prioridad actualizar esta norma a través de la concertación con los representantes de los diferentes grupos sociales, para que responda adecuadamente a los nuevos problemas de convivencia en el país.
Los departamentos y los municipios tienen la facultad de expedir códigos de policía, lo cual permite que las normas de convivencia puedan adaptarse a las realidades y necesidades especificas de cada localidad. Varios departamentos y municipios cuentan con sus propios códigos de policía, por lo general expedidos con anterioridad a la Constitución de 1991. Tanto la nación como las entidades territoriales que lo requieran, pueden establecer entre sus metas de gestión la expedición o actualización del Código de Policía. Una meta mínima viable en este sentido seria que para el ano 2010 se hubiera actualizado el Código Nacional de Policía.
BIBLIOGRAFÍA
Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá D.C. (1998), Formar Ciudad, Bogotá, Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá.
Alcaldía Mayor de Bogotá, Bogotá para vivir, 2001-2003, Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2003.
Alcaldía Mayor de Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Observatorio de Cultura Urbana (2002), Bogotá para vivir todos del mismo lado. Memorias de un Plan de Desarrollo, Bogotá, Observatorio de Cultura Urbana.
Alcaldía Mayor de Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Observatorio de Cultura Urbana (2002, 2003), Encuestas de cultura ciudadana realizadas en los anos 2001 y 2003. Inédito.
Alcaldía Municipal de Tuluá-Unidad Central del Valle del Cauca-Convenio de cooperación (2004), Diagnóstico sobre cultura ciudadana en Tuluá, inédito.
Alcaldía de Medellín Fundación Terpel (2005), Conocimientos, actitudes y percepciones sobre cultura ciudadana en el centro de Medellín (sondeo), inédito.
jueves, 28 de mayo de 2009
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